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miércoles, 15 de octubre de 2014

Excusas para llorar

Hay algo en el ambiente que hace llorar. Las responsables son unas partículas que
–algunos científicos– han nombrado Excusas.

Se ha identificado que las Excusas crecen en flores muertas estancadas en floreros sin agua por más de una semana. Es al querer tirar las flores para lavar el florero, cuando las partículas salen al ambiente haciendo que el aire se vuelva más pesado. Al contacto con el agua y con la sal las llamadas Excusas se cristalizan. Estos cristales son los que ingresan por la nariz provocando estornudos, lágrimas (agua con sal) y ganas de no ir a trabajar.

Los llamados científicos –que no saben qué hacer– han puesto al mundo entero en estado de alerta y piden a la población abstenerse –en la medida de lo posible– de llorar, siendo el llanto un factor importante en la cristalización de las llamadas Excusas.

Las manifestaciones por defender el derecho a la libertad del llanto no se hicieron esperar y argumentan que llorar o no llorar es una decisión personal y que el hecho no puede ser obligado por el estado, ni por el ambiente.

Excusas, dicen los científicos.

Los intelectuales difieren con el nombre otorgado ciéntificamente diciendo que de científico no tiene nada y han bautizado a este fenómeno como Recuerdo. Yo – sin ninguna validez científica ni intelectual– lo llamé con tu nombre y apellido: tu recuerdo es la excusa perfecta para llorar por algo que no eres tú.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Olvidar el sonido de mi voz

Vivir en una casa tomada me parecía algo soportable comparado con la sensación de vivir en una casa callada en donde la ausencia de ruido hace que una empiece a extrañar. En una casa muda el aire se vuelve pesado, el silencio hiriente, la ausencia presente.

No podía creer que nadie se atreviera siquiera a pensar un sonido; el pensamiento hace un eco inconcebible para tanto silencio. Odiaba vivir así. Pero era un odio distinto al que normalmente se siente, un odio más a n c h o.

Estaba atrapada y ni siquiera podía pensar cómo escapar.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Tiempo de guardarse

Hace mucho tiempo que el cajón estaba vacío, la tetera apagada, los floreros sin flores; la ventana ya no se acordaba de cómo se sentía estar abierta, las cortinas habían olvidado que volar era posible y el gato extrañaba tener libros abiertos en páginas de historias increíbles que le servían de almohada. Ella –por un instante– pensó que el movimiento era eterno. Lo vio como una forma de vida, como una obligación hacia este mundo que nunca frena: abrir los ojos, correr, trabajar, salir, ver, reír, beber, contar, comprar, caminar, correr, besar, regresar, volver a empezar. Pero en otro instante –al ver una gota que se negó a caer de la rama de un árbol altísimo– se acordó: una siempre se puede quedar quieta, guardada en un cajón con una taza de té de no-me-olvides, un libro abierto, un gato en las piernas, la ventana abierta y flores en el florero.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Fui a la playa y cuando respiré profundo...

El mar se metió en mis venas. Lo escucho perfecto susurrándome secretos cuando pasa por mi oído. Siento el ir y venir de las olas por mis pies y a la espuma que busca cualquier excusa para salir.

El mar está adentro: la sal en la boca y en el estomago eso que sientes cuando te paras frente a él.

jueves, 14 de agosto de 2014

Hoy

Hoy mi trabajo consiste en buscar conversaciones con lo que no quieren conversar, en buscar departamentos en los que no voy a poder vivir, en soñar sueños que no puedo pagar y en extrañar a muertos que no extrañan de regreso. Hoy soy del tipo de mujer sin alas y con fantasmas ajenos. Mi trabajo consiste en escribir las cosas que no puedo decir y en expresar sentimientos que hace mucho dejé de sentir. “Escribe de amor” me dijeron, pero mi último amor fue una montaña blanca de cielo encendido y la abandoné una noche helada en un país sin nombre. Se me congelaron las ganas de tener nuevos sueños y no sé por qué insisto en buscar a los que no se quieren encontrar. Hoy mi trabajo consiste en entrar a una casa que me tiene atrapada y en asegurarme de cerrar bien la puerta. Mis horas extras las paso lavando ropa que no me puse nunca y buscando las fotografías que perdí o que quizás nunca tomé.

martes, 8 de julio de 2014

¿Alguien ha visto a un fantasma sin cara y sin cuerpo?

Ella se acordó de eso que no quería recordar. Se acordó del lugar exacto en donde había guardo a su fantasma, a ese secreto que juraba la iba a destruir en silencio y sin tacto. Ella en algún momento de su vida, más niña que adulta, platicando con su almohada, había creído conocer la razón de su tristeza: era un fantasma sin cara y sin cuerpo que la vio a los ojos y no parpadeó. Ella casi se pierde en lo profundo de su mirada. ¡El color la aterró! ¡La profundidad le dio vértigo! Tenía una cara invisible y horrible, un nombre impronunciable, un cuerpo que no se sentía pero que pesaba. Un fantasma que la amenazó en silencio, que respiró en su oído y que se acercó a su boca pero nunca la besó. El miedo la paralizó y lo único que pudo hacer fue esconderlo, encerrarlo bajo llave en un lugar que juró nunca iba a recordar. Ella siempre había podido manipular a su memoria.

Pero hoy el aire era distinto y el no-olvido era la llave para dejar a su fantasma en libertad.

Sintió curiosidad y lástima por aquel ente sin cara y sin cuerpo ¡tanto tiempo solo y escondido! Alejado de ella, su razón de ser. Se acercó con cautela, tenía miedo pero quería verlo a los ojos, perderse en lo profundo y explicarle sus razones. Decirle que había sido muy tonta para entender y demasiado niña para besar. La tristeza no se digiere tan rápido y para los besos se requiere fuerza, fuerza que ella no tenía. Fueron sus piernas temblorosas y las pocas ganas de sentir las causantes de todo: un fantasma aterrador sin razón de ser guardado en una caja escondida en el closet del cuarto de su hermano.

Cuando se acercó para abrirla, el corazón se le rompió en pedazos: su fantasma ya no estaba ahí.

jueves, 23 de enero de 2014

Tu vida adentro

No puedes mirar a la muerte, y verla a través de lágrimas.  No trates de sacarle explicaciones con la nariz llena de mocos y palabras atoradas en la garganta. Ella sólo se reirá en tu cara, y para comprobar lo pequeño que es el llanto, irá a matar a alguien como tu hermano.

 

Con la muerte no platicas. Cuando veas a la muerte cercasaca un vestido bonito del clóset y cierra todas las puertas: estómago duro, dientes y puños apretados; tu vida adentrobien guardada, y la boca cerrada (no vaya a ser que se escape en palabras).  

 

No puedes mirar a la muerte, pero puedes enseñarle que tú sigues viva; y el hecho de que se lo lleve a él no lo cambia, al menos, por ahorita.