Creía que el cemento era un asesino cruel y despiadado.
Asesino de la tierra que se esconde debajo de él
pero hoy una flor, casi por magia, creció a la mitad de un mar gris.
Llámenme incrédula
pero no concibo la idea de que aquella flor haya logrado crecer
sin el apoyo del cemento.
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