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martes, 27 de abril de 2010

Un soplido

Polvo. El cajón está lleno y vacío de tantas cosas. Pero el polvo nunca falta, hay de más, para todos y para otros.
Polvo para compartir.
En navidad mi madre lo mete en bolsitas y lo regala a las primas, ellas se ponen contentas y llegan a sus casas a guardarlo con el polvo de sus propios cajones.
Hoy abrí los ojos y el polvo me había abandonado. ¿A dónde pudo ir sin ser visto? ¡Era tanto y tan hermoso! Lleno de partículas de grises tan diversos.

Extraño mi polvo. Mi cajón se siente vacío, hueco, triste…
Para hacerlo sentir mejor me metí en él para llenarlo. No soy polvo pero peso.