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viernes, 9 de julio de 2010

Deseos de ciudad

Desear (de deseo)
1. tr. Aspirar con vehemencia al conocimiento, posesión o disfrute de algo.
2. tr. Anhelar que acontezca o deje de acontecer algún suceso.
3. tr. Sentir apetencia sexual hacia alguien.


La gente de ciudad somos especimenes raros; caminamos con prisa (aunque no la tengamos) y tenemos llaveros con 40 mil 500 llaves que en realidad no nos llevan a 40 mil 500 lugares. Somos raros, nos gusta el caos, el ruido y el tráfico (sí, sí… aunque nos quejemos, la gente de ciudad no sería feliz sino tuviera algo de qué quejarse). Por lo mismo, somos los de la ciudad los que todavía le pedimos deseos a ciertas flores, se los pedimos porque no es tan común verlas, porque las consideramos especiales, un respiro que se da la posibilidad de crecer en el cemento.

- Deseo poder cambiar el piso de mi casa, quiero pisar más suave y menos frío.
-Deseo poder volar, elevarme a las nubes y despedirme de la acera.
-Volverme invisible o sólo visible a ciertos ojos en cierto tiempo.
-Poder dormir.
-Soñar.
-Deseo NO tener miedo a las arañas de ocho manos que te quitan la bolsa, el reloj y la tranquilidad.


Deseos de transformación, de riqueza y de ya-no-estar-triste. La gente de ciudad no tiene tiempo de estar triste; la tristeza retrasa las juntas de trabajo y distrae a los ojos para que no vean cuando la luz del semáforo cambia de rojo a verde (por suerte, el automóvil de atrás no dudará en avisarte a gritos y claxonazos que tu tristeza es tuya y no tiene por qué retrasar la vida de los demás).
La gente de ciudad desea. Desea por segundos, por instantes, por suspiros…







(tiempo para desear)









La gente anhela por naturaleza pero la naturaleza ya no es la misma. La ciudad se instaló y no tiene planes de irse a ningún lado, pero todavía se encuentran en ciertas esquinas una planta perenne que pocas veces alcanza ya, los 40 cm de altura (la gente de ciudad las arranca antes, se apresuran a desear). En ciertas esquinas todavía hay tallos que soportan flores sin hojas que varían (bastante): desde ser enteras hasta estar divididas en lóbulos triangulares y con el peciolo alado. En ciertas esquinas todavía hay Taraxacum officinale Weber. En ciertas esquinas todavía hay Dientes de León. En ciertas esquinas todavía se puede desear.
A pesar de ser una planta de deseo, el Diente de León tiene otros usos (usos que la gente de ciudad ignora y los desea), esta planta es útil es caso de hepatitis y cirrosis, es diurética y estimula la captación de luz (ayuda a ver de noche). Una planta que va perfecto en ensalada: los capullos flores, antes de abrir y con vinagre resultan deliciosos. Tanto, que son indicados para personas con trastornos alimenticios como la anorexia. También se puede beber en té y se recomienda tomar esta bebida tres veces al día para recuperarse de la anemia (¡té de Diente de León! definitivamente hay que probarlo).
Una planta que bien podría ser mágica, polvo blanco de flor que cumple deseos y por si esto fuera poco: te ayuda a ver mejor (igual y esta última característica explica la razón de por qué el que encuentra un Diente de León casi siempre encontrará más de dos en su vida)