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lunes, 15 de abril de 2013

Dejó la ventana abierta y la gripa entró

Así empezó todo, esas sonrisas de un día que dejan abierta la ventana le contagiaron una gripa rarísima. No sabía muy bien la política de estornudos en su departamento así que decidió bajar al café de la esquina.
Cuando el mesero le preguntó qué quería, entendió que no quería explicar cómo le gusta el café, ni el porqué no le gusta la cebolla y menos, la razón por la que nunca aceptaría un pan dulce sin que lo calentaran.
No es que no hubiera explicaciones, sólo no quería explicarlas. Corrió a su departamento segura de que el silencio nunca le iba a preguntar nada y se tomó un té.

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