Hoy, en el camión que la llevaba a ese lugar que no odiaba pero tampoco amaba, la vio. Estaba sentada hasta el fondo, con cara de que todavía no estaba del todo despierta, despeinada y con el tipo de ropa que nunca recuerdas. Mientras buscaba algo que ni ella sabía qué era, notó cómo ella (la del fondo) se paró para caminar entre la gente. Le sorprendió que nadie más la volteara a ver; era guapa y con aire de que la vida le da igual. Había algo en su forma de ver la vida que le resultó imposible no verla directo a los ojos (eran del tipo que se ven más lindos cuando lloran) justo cuando pasó a su lado para llegar a la puerta y descender al mundo. Entonces lo supo.
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Son pocas las personas que se atreven a ver a la tristeza a los ojos. Casi todas la ven por error al dar la vuelta en una esquina, al pedirle la hora o al descender de un camión.
Qué triste ha de ser que te evadan cuando vas caminando por la calle, que todos nieguen tu existencia, que sólo te saluden cuando están solos en sus cuartos porque sólo hay una cosa peor que sentirse triste...
Estar solo.
La tristeza es una gran compañía sobre todo si más que hablar, quieres llorar.
Iba shazameando en el camión :)
ResponderEliminarMe gusta tu poema. El movimiento de la tristeza humana en un pequeño lienzo.
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