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domingo, 6 de febrero de 2011

(tú)

Me gustan los paréntesis; son como un respiro después de una frase muy larga, una frase que te deja sin aliento y cansada de subir las escaleras. El paréntesis es la sensación que te da llegar al piso cincuenta y saber que la vista será maravillosa. Pero no se puede vivir en un paréntesis toda la vida. No se puede vivir enamorada creyendo ingenuamente que tu historia avanza hacia adelante.

Fuiste mi paréntesis, contigo la vida era linda, me sentía segura y sonreía. Por eso dejé de moverme. Me quedé quietecita esperando que nadie recordara que como cualquier paréntesis tienes que cerrarte. ¡Qué cerrarte a ti fuera como cerrar los ojos! Pero no… claramente eres más difícil que parpadear, eres más como llorar.

Un paréntesis te revela un secreto que sólo se lo repetirás a tu hija. Un momento en que nada importa y por eso no importaba estar ahí: sintiendo magia y olvidando que volar sola también es bueno para el alma.

Mi paréntesis se cerró. Ahora yo cierro los ojos sabiendo que al abrirlos no me queda más que seguir con lo que ya había empezado: mi historia.

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