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lunes, 9 de mayo de 2011

Cicatrices y rodillas

Tus cicatrices quedaron en mis rodillas. Me caí como se caen las niñas que corren muy rápido para no perderse de nada. Esas niñas que persiguen a su hermano que al parecer huye de ella, pero no importa.
Mamá dice que no me puedo quedar sola.
Y entonces me caigo y me raspo las rodillas y lloro. Duelen más las rodillas que el miedo a quedarme sola y defraudarla. Mi hermano regresa a levantarme por miedo a que lo regañen, pero la marca está ahí: en mis rodillas (los ojos llorosos se pueden disimular).
Nuestra historia me llevo a mi infancia y me hizo llorar. Doliste en mis rodillas y no regresaste por mí.
Sé que, eventualmente, me levanto y vuelvo a correr, ahora en otra dirección (casi siempre a guardarme de las risas extrañas que provocan las caídas). Pero estas en mí, en mi nueva cicatriz de rodilla que recuerda que no es malo correr, mientras no corra para alcanzarte a ti.

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