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sábado, 10 de septiembre de 2011

Polvo

Mi casa fue tomada por el polvo. Es demasiado y muy oscuro. Pesa en el alma. Ya abrí las ventanas, saqué la aspiradora ¿qué más puedo hacer para que se vaya? Le grité: ¡vete! y le lloré 3456 lágrimas para ver si se hartaba. Se apoderó de cada rincón y de cada cajón. Las puertas hay que empujarlas porque el polvo es tanto, que no te deja entrar a las habitaciones, de salir mejor ni hablar. En la mañanas renuncié al café, el polvo se metió en la taza roja y es casi imposible diluirlo con el agua. Mi ropa es gris y los espejos no reflejan. El polvo cada día se vuelva más y esconde las fotografías, las cartas, los recuerdos que lastiman. Quizás algún día no me deje respirar y entonces sí, saltaré por la ventana. ¡volar!

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