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miércoles, 8 de octubre de 2014

Olvidar el sonido de mi voz

Vivir en una casa tomada me parecía algo soportable comparado con la sensación de vivir en una casa callada en donde la ausencia de ruido hace que una empiece a extrañar. En una casa muda el aire se vuelve pesado, el silencio hiriente, la ausencia presente.

No podía creer que nadie se atreviera siquiera a pensar un sonido; el pensamiento hace un eco inconcebible para tanto silencio. Odiaba vivir así. Pero era un odio distinto al que normalmente se siente, un odio más a n c h o.

Estaba atrapada y ni siquiera podía pensar cómo escapar.

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