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jueves, 30 de julio de 2009

¿Alas o raíces?

“En mi prisa por crecer, eche alas y raíces”
Ulalume Gónzales de León


Me la até a la cintura porque del cuello es más riesgoso. El otro extremo se lo dejé a un extraño extrañado por mi comportamiento de darle la cuerda (¡tan apreciada para algunos!) a él y no a una madre, un padre, un hermano, un amigo…
Era imposible saber qué tan profundo era el hoyo. Nunca escuché caer ninguno de los objetos que aventaba, pero si estiraba mi mano podía sentir el aire que está cerca del suelo. Aire más denso, aire negro, aire de hoyo.
Me aseguré de estar bien amarrada y antes de saltar vi los ojos de aquel extraño. Eran muy normales y me encantaron.
No sé porque las repentinas ganas de saltar.
(un suspiro)
Quizás por la locura, porque es normal o por la necesidad de saber de qué material estoy hecha. Si soy de alas o de raíces.
Saber si al caer podré volar e irme como las mariposas se van apenas salen del capullo (en cuyo caso la persona encargada de la cuerda tendría que amarrarla a un árbol y así yo podría regresar siempre…) o si al caer me fundiré con el hoyo, caeré hasta que la cuerda se acabe y entonces me jalarán para arriba y sabré que estoy en el lugar correcto.
Es importante saltar. Ayuda al destino.
Respiré; para saltar en hoyos siempre hay que respirar primero. Cerré los ojos aunque sabía que no hacía ninguna diferencia (en el hoyo no hay nada que ver).
Al despejar los pies del piso me sentí contenta, por un momento creí que flotaba en un mundo sin tiempo, sin paredes. Un mundo en donde un hoyo es el espacio más abierto, más lleno de aire…


No sé exactamente qué pasó… nunca salí volando del hoyo y la cuerda nunca se acabó. Al pasar los años, el extraño dejó la cuerdo, así, sin amarrar, y nadie se atrevió a moverla.
No caí y no salí. Y a cada paso que daba el extraño alejándose del hoyo se sentía menos extrañado.
Cuántos mundos existen escondidos en hoyos de aire y sin final…

2 comentarios:

  1. wooow...
    cada vez qe entro a tu blogspot
    soy mas fan de tu persona

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  2. Osadas tendremos que ser para seguir aventándonos a los hoyos y averiguar entonces, sólo entonces si despegar raíces o lombrizar las alas; ceder al vuelo o a la disposición del tiempo; guardar silencio y oler el húmedo negro o el sagrado viento.

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